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ANTICIPO DEL DIA DE LA SEGURIDAD VIAL

¿POR QUE CHOCAMOS? PARTE I

Tantas veces se ha dicho que la experiencia en la conducción se logra en decenas de años de manejo, que la infraestructura vial se encuentra colapsada de conductores inexpertos que no respetan señalizaciones, velocidades o hasta la mismísima autoridad. Y en el peor de los casos, se habla sobre las condiciones de los vehículos para deslindar responsabilidades en un siniestro. Pero, lo más interesante de todo es que en un accidente “¡la culpa siempre es del otro!” En definitiva, la culpa nunca es del que maneja… ¡Nada más lejos de la realidad!

BAJAR UN CAMBIO. El exceso de velocidad es la acción más repetida en los conductores y trae aparejada infinidad de inconvenientes en todo tipo de vehículos. Según estudios realizados en la Dirección de Tráfico de España (DGT), país mucho más avanzado en investigación y educación vial, la velocidad es el principal factor que propicia accidentes, dado que aumenta el riesgo siete veces, independientemente de las características del conductor y de las condiciones ambientales. Sin embargo, la sociedad argentina todavía no vincula este factor como desencadenante de accidentes. 

Así lo revela la estadística que publicó CESVI, donde apenas un 23% de la gente lo reconoce como una falta grave. En la ruta, la entidad comprobó que sobre 400 autos que transitaban por la Autovía 2: un 42% circulaba a exceso de velocidad. 

La velocidad de un vehículo se puede traducir en metros por segundo. Un auto que circula a la máxima velocidad permitida en una ruta, 110 km/h, recorre 30 metros en un segundo. Para detener este vehículo, desde que se presiona el pedal de freno, se necesitan aproximadamente 60 metros. 

Ahora bien, supongamos que si la velocidad es 130 km/h, se necesitan 83 metros para detener completamente el vehículo. Es decir, casi un 40% más por ir tan sólo a 20 km/h más rápido. 

Es un simple ejemplo, pero ilustra cómo se incrementa el riesgo innecesariamente por llegar a destino apenas unos minutos antes.

¿UN LLAMADO TAN IMPORTANTE? Nadie puede negar que el teléfono celular trae importantes beneficios. Pero tampoco se puede cuestionar que su uso indiscriminado es otro de los factores más importantes a la hora de generar siniestros, ya sea en la conducción de un auto, una moto o hasta como peatón. Y en todas sus modalidades, sosteniendo el aparato en la oreja, con el sistema de manos libres o con el famoso bluetooth. Ni hablar del uso de los mensajes de texto… 

De la experiencia, en los cursos de manejo que realiza CESVI, los conductores pierden la orientación dentro de la pista cuando se hace la prueba del uso del celular. Por otro lado, si los conductores prestan más atención a los obstáculos, la conversación con esa persona se corta o se responde erróneamente a las consignas. De todas las pruebas realizadas, nunca se observaron personas que pudieran conducir bien y mantener una conversación apropiada al mismo tiempo. 

Hablar por celular cuando se maneja constituye el factor de mayor distracción al volante. Según una encuesta realizada por el Centro, esta acción encabeza el ranking de distracciones con el 54% del total y es la quinta infracción más penalizada en la Ciudad de Buenos Aires. 

El riesgo al hablar en el auto se potencia conforme a la duración de la comunicación. Supongamos que se mantiene una charla sólo por un minuto cuando se circula por una ruta a 110 km/h. A esa velocidad, significa que no se prestó la debida atención a la conducción en un recorrido de 1.800 metros. 

En definitiva, el celular es un elemento distractivo del cual hay que abstraerse, al menos hasta llegar a algún lugar seguro para detener la marcha. 

DE COPAS. En la Argentina, la Ley de Tránsito penaliza a los conductores que tienen un nivel de alcohol en sangre superior al 0,5 g/l, pero de acuerdo a estudios exclusivos e inéditos realizados por CESVI se necesita mucho menos que eso para volverse un conductor peligroso. 

En pruebas realizadas por los especialistas en seguridad vial con diversos grupos de estudio, se pudo determinar que con apenas 0,15 gramos de alcohol por litro de sangre, el error en las maniobras se incrementa en casi un 40%, mientras que el tiempo de reacción asciende a 15% más que en estado de sobriedad. 

Curiosamente, en encuestas realizadas en CESVI, el 46% de la gente que contestó aseguró haber conducido alcoholizado, de lo que puede inferirse la gran cantidad de accidentes viales en las ciudades. 

Si bien en muchos países rige este límite de alcoholemia para manejar, los más avanzados en este aspecto tienen tolerancia cero: con esta medida, sumado a fuertes controles, han logrado disminuir considerablemente la tasa de accidentes por esta causa.

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