El nuevo Ford GT, el bestial superdeportivo de la marca con sede en Detroit, no es sólo un auto de carreras para ser utilizado en la vía pública. También es un arsenal tecnológico.
El modelo del Óvalo está equipado con más de cincuenta sensores que se encargan del monitoreo del rendimiento y el comportamiento del auto, así como el entorno externo y las respuestas del conductor.
Los datos son procesados por más de 25 sistemas de computación (engloba 10 millones de líneas de código de software, más que un avión de combate) con un ritmo de 100 GB por hora y una capacidad de análisis de 300 MB de datos por segundo (equivalente a la descarga de un capítulo de serie de televisión de una hora).
De esta forma, el vehículo cuenta con información -en tiempo real- de la posición de los pedalera, el volante y el alerón trasero desplegable (perteneciente al sistema de aerodinámica activa), entre otros sistemas.
El conjunto de sensores y sistemas brindan la posibilidad de que el motor, la suspensión, la aerodinámica y la amortiguación activa, entre otros, varíen su desempeño para adaptarse el auto a los diferentes tipos de manejo.
En ese contexto, Dave Pericak, Director Global de Ford Performance, comentó: “Los sofisticados sistemas de computación del Ford GT trabajan mano a mano con la arquitectura de competición del modelo para mejorar su rendimiento y también para ofrecer una mayor versatilidad y flexibilidad”.
“Al monitorear constantemente respuestas, cargas de vehículo y entorno y ajustar el perfil y las respuestas del auto a medida, el Ford GT es tan estable y sensible a 300 km/h como a 30 km/h”, concluyó.